Se diría que Bécquer escribió sobre espectros y fantasmas en sus Leyendas sin creer en ellos, a tenor de la ironía que destila esta frase que leemos en Caso Ablativo: <<un siglo (el XIX) en el que hasta las mesas responden cuando se les pregunta>>.
Pero resulta difícil admitir que Bécquer desconociera el incipiente movimiento espiritista, máxime cuando desde mediados de siglo las ideas espiritistas se habían desarrollado ampliamente en España. En Madrid, el doctor Anastasio García López había impulsado la creación de la Sociedad Espiritista La Fraternidad Universal y el periódico El criterio espiritista. Además, una de las médiums más conocidas de la época, Amalia Domingo i Soler era sevillana, como Bécquer, y había nacido sólo un año antes que
él.
Es muy posible que Bécquer no fuera ajeno a ese movimiento, y de hecho leyendas como Maese Pérez el organista o El miserere invitan a pensar tal cosa.
Por otra parte, parece describir un viaje astral:
<< ¿Será verdad que cuando toca el sueño
con sus dedos de rosa nuestros ojos
de la cárcel que habita huye
el espíritu en vuelo presuroso>>
(Rima LXXV)
Y aún más claramente se advierte en El caudillo de las manos rojas:<<…el espíritu se desata de la materia y huye>>
E incluso podemos preguntarnos si creía el poeta en la reencarnación a tenor de lo que escribió en la leyenda Tres fechas: <<Era uno de esos seres que adivina el alma o los recuerda acaso de un mundo mejor, del que, al descender a éste, algunos pierden toda memoria>>
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