EL ALMIRANTE SIN ROSTRO

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Mariano Fernández Urresti

Escritor e Historiador

Publicado el 9 de agosto de 2021

Que Cristóbal Colón me parece un personaje extraordinariamente oscuro lo demuestra el hecho de que dediqué todo un libro “Colón. El almirante sin rostro” a explorar los misterios que rodean su figura. No se sabe con certeza su origen (la teoría de que era genovés es fuertemente contestada por muchos investigadores) ni tampoco el origen de sus conocimientos (¿qué razones hicieron que el rey Juan II de Portugal ordenase que lo prendieran obligándole a huir a España? ¿Había robado algo en Portugal, precisamente donde los cartógrafos judíos al servicio del Temple había encontrado acomodo en la Escuela de Navegación de Sagres? ¿Qué cartas marcadas tenía Colón bajo su manga en sus negociaciones con los Reyes Católicos?).

Tiene, por tanto, su figura un puesto dentro de mis 40 principales, y como muestra de cuanto digo me detengo en un par de apuntes que se pueden leer en su “Diario” de viaje.
¿Quiénes eran los “indios blancos” de los que habla Colón en ese diario? ¿Encontramos en esa mención, como algunos afirman, la respuesta sobre adónde fueron los templarios tras ser perseguidos en Europa? Leamos:
“…Y que entre los otros vieron dos mujeres mozas tan blancas como podían ser en España” 
“Harto blancos, que si vestidos anduviesen y se guardasen del sol y del aire, serían cuasi tan blancos como en España” 
“…que los indios vecinos de aquella isla tenían reciente memoria de haber llegado a esta isla española otros hombres tan blancos y barbados como nosotros, antes que nosotros no muchos años”

¿Sorprendidos? Pues aún podría ser más extraordinario el origen de esos hombres blancos, porque tal vez no llegaron de Europa, sino de más lejos. Leamos el “Diario” (anotación del 14 de octubre de 1492): “Y entendimos que nos preguntaban si éramos llegados del cielo”.
¿Por qué habrían de creer posible los indios que hombres blancos pudieran llegar del cielo? Una idea ésta en la que insiste Hernando Colón, el hijo del Almirante: “…dando por seguro que los nuestros eran gente venida del cielo (…), deseaban ardientemente algo como recuerdo”.