Uno de los personajes más notables de cuantos imaginó (¿?) Bram Stoker en su novela “Drácula” fue el supuesto médico, abogado y escritor Abraham Van Helsing, a quien se atribuye la nacionalidad holandesa, aunque a lo largo de la obra el lector atento descubre detalles que hacen dudar que realmente lo fuera. Y también que fuera exactamente médico, como bien apunta Deva, una de las protagonistas de mi novela “Inmortal”.
En las Notas que Stoker acumuló durante siete años de investigación y que se conservan en el Rosembach Museum and Librery, en Filadelfia, advertimos que el novelista pretendió crear inicialmente un personaje de ficción que seria la suma de tres diferentes: un profesor de Historia y Filosofía al que pensó en llamar Max Windeshaeffel; un detective llamado Cortord y un investigador de sucesos paranormales llamado Alfred Singleton.
Finalmente, Stoker se decidió por bautizarlo con su propio nombre: Abraham, y un apellido sonoro, aunque dudosamente holandés: Van Helsing.
Se han buscado diferentes candidatos en los que tal vez se inspiró el novelista, y en mi propia novela, “Inmortal”, yo me inclino por Friederich Max Müller, un catedrático de la Universidad de Oxford de origen alemán y especialista en religión y mitología. ¿Por qué? Eso lo descubrirás si me lees. Y si lo haces, descubrirás que nada es lo que parece ni nada fue lo que pareció.
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