Felipe II, ¿Rey Prudente o Demonio del Mediodía?

Felipe II, ¿Rey Prudente o Demonio del Mediodía?

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Mariano Fernández Urresti

Escritor e Historiador

Publicado el 14 de junio de 2024

Fue un rey peculiar en muchos sentidos. No fue un guerrero, como su padre, Carlos V. Pero ambos se sintieron herederos de los reyes David y Salomón, y a lo largo de su vida se esforzaron por emular a esos monarcas bíblicos. Felipe II fue un personaje contradictorio: campeón del catolicismo y uno de los impulsores del Concilio de Trento, que al mismo tiempo que en 1559 amparaba el Índice de Libros Prohibidos, coleccionaba obras sobre astrología, alquimia y esoterismo, además de volúmenes relacionados con el Templo de Salomón. Fue también un gran aficionado a las matemáticas, a la botánica… Igualmente, le apasionaron las pinturas de El Bosco —y de hecho murió rodeado de algunas obras de ese artista— e impulsó la búsqueda de reliquias por medio mundo, hasta reunir en El Escorial 7.422, que incluían supuestos pelos de la barba y de la cabeza de Jesús, once de las espinas de la corona que le colocaron antes de su crucifixión, cuerpos enteros o fragmentos de todos los santos salvo San Juan y Santiago el Mayor…

Tradicionalmente se ha afirmado que el monasterio de El Escorial se construyó en conmemoración de la batalla de San Quintín de 1557, en la que las tropas españolas derrotaron a las francesas. Sin embargo, siendo aún príncipe, Felipe ya había mostrado interés por construir un edificio que, al menos espiritualmente, recordara al de Salomón.

Puedes encontrar más información sobre Felipe II en mi libro Felipe II y el Templo del rey Salomón.

Felipe II y el Templo del rey Salomón de Mariano Fernández Urresti