Mariano Fernández Urresti

La sombra del tiempo o un entretenimiento para una mañana en el Paleolítico

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Mariano Fernández Urresti

Escritor e Historiador

Publicado el 19 de abril de 2022
¿Os habéis parado a pensar cómo podían interpretar el tiempo en un clan cazador del Paleolítico, por ejemplo? Voy a intentar adaptar para el caso un divertido ejercicio que leí al lingüista Derek Bickerton, aunque él se centraba en los problemas verbales.
Imaginad que habéis salido de caza con dos hombres del clan a quienes, para no variar el ejemplo, llamaremos Og y Ug. Pero hace poco tiempo que convives con ellos, de modo que desconoces en gran medida su lenguaje.
Al poco de comenzar la cacería, os sonríe la suerte y Ug hiere a un oso. El animal, malherido, se refugia en su cueva. En ese momento, recuerdas que unas semanas atrás acompañaste a otro cazador, a quien llamaremos Ig, a cazar y que éste también hirió a un oso que también buscó burladero en su osera. Entonces Ig, imprudente, entró en la caverna y el oso lo mató y devoró. Pero como no conoces el modo en el que la gente del clan conjuga los verbos del pasado, si es que tienen ese concepto arraigado en su mente, no sabes cómo recordar el suceso a tus entusiasmados compañeros de caza. Y mientras Og y Ug se dirigen a la osera, tú te devanas los sesos pensando cómo poder recordarles lo que le sucedió a Ig, porque desconoces las terminaciones verbales oportunas y no sabes tampoco cómo expresar: <<recuerdo que…>> en el idioma de aquella gente. Es más, tal vez ni siquiera conciben el tiempo como tú y la expresión <<recuerdo qué…>> no la comprenderían.
Apresuradamente, se te ocurre advertirles de este modo: <<Yo ver oso>>. Pero, claro, Og y Ug interpretan que acabas de ver otro oso diferente al que ellos han herido. Al ver su expresión de incredulidad, se te ocurre decir: <<oso matar a Ig>> Pero ellos niegan con la cabeza y dicen: << ¡No, Ig muerto!>>. Y tienen razón: Ig estaba muerto ya, de modo que “mi” oso no puede matarlo.
Desesperado, pintas en el suelo la figura de un oso y la de un hombre que simboliza a Ig. A continuación, detrás de Ig, pintas varias lunas en sus diferentes fases para hacerles ver el paso del tiempo y que te refieres a la muerte de Ig en el pasado devorado por el oso. Pero en ningún momento se te pasa por la cabeza que Og y Ug tal vez no tengan la noción del pasado, del presente y del futuro que tú mismo tienes. Es más, no sabes si para ellos el pasado es algo que está a su espalda y el presente es algo que está delante. ¿Dónde debes dibujar al oso para que te entiendan? ¿A la derecha o a la izquierda de Ig? La elección del lugar en el que pintes al oso puede determinar la suerte de Ug y Og.
Este ejemplo que hoy, irónicamente, rescato de mi “memoria” nos permite comprender hasta qué punto los conceptos temporales (pasado, presente y futuro) responden a convenciones semánticas (mañana, ¿mañana?, “mañana”)