Mariano Fernández Urresti

STONEHENGE

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Mariano Fernández Urresti

Escritor e Historiador

Publicado el 9 de agosto de 2021

Hace un par de meses el amanecer me sorprendió en Stonehenge. Era un día absolutamente celta, envuelto en la niebla y húmedo. Estaba en mi elemento. Stonehenge me impresionó. Lo califican como el templo antiguo más importante de Gran Bretaña, y se calcula por la historiografía oficial que fue construido entre el 3.000 y el 1.600 a.C.

Las dataciones se apoyan en la prueba del radiocarbono practicada a astas de ciervo y huesos que, se presupone, se usaron para cavar, pero ¿cómo saber con certeza que esos útiles fueron los empleados exactamente para construir el complejo?

Stonehenge cuenta con cuatro círculos concéntricos de piedras. El círculo exterior tiene alrededor de 30 metros de diámetro y está compuesto por enormes piedras de arenisca de forma rectangular. Dentro de esa hilera aparece otro círculo de piedras de arenisca azul que tienen toda una leyenda a su alrededor. En su interior aparece una suerte de herradura compuesta por piedras azules dentro de la cual aparece la losa popularmente conocida como Altar.

Un foso circular rodea el complejo. Aparecen también 56 fosas a las que se denomina agujeros de Aubrey. Existe un pasillo que los expertos califican de procesional y que tiene 23 metros de ancho y unos 3 kilómetros de longitud. Dos piedras llaman la atención sobre el resto: la llamada Piedra del Sacrificio y la conocida popularmente como Piedra Talón.

Los especialistas diferencian distintas épocas en la construcción de este enclave. Sin embargo, hay cosas que son difíciles de comprender. Algunos recuerdan que en Inglaterra alrededor de esa época las gentes vivían en precarios abrigos formados por ramas, usaban arpones y anzuelos de hueso, puntas de flecha realizadas con sílex y hachas de piedra pulida. Eran grupos humanos vestidos con pieles de animales que practicaban la caza y la pesca. De modo que no parece difícil imaginar que fueron ellos quienes idearon la realización de una obra tan compleja como Stonehenge.

Para sortear esa dificultad, se ha propuesto que unos misteriosos visitantes llegaron de Europa y trajeron la ganadería y la agricultura. No conocían los metales, pero eran capaces de talar los bosques. Se les presenta como la cultura Windmill Hill (la colina del molino de viento) Su forma de enterramiento era el túmulo, y se han localizado varios alrededor de Stonehenge. Pero, ¿prueba esto que fueran ellos los que comenzaron los trabajos de ese complejo?

Sobre ellos se superpondrá otro pueblo netamente neolítico, mientras la ciencia considera que la segunda fase de construcción tuvo lugar hacia el 2100 a.C., instante en el que se dispusieron los bloques de arenisca azul colocados en forma de herradura. Alrededor de un centenar de años después esos bloques se reordenaron para ser sustituidos por piedras silíceas.

Pero esas piedras azules, según está admitido por todo el mundo, llegaron de Precelly, paraje del sur de Gales que se encuentra a más de 300 kilómetros de distancia de Stonehenge. ¿Por qué ese esfuerzo si en la zona había rocas que pudieron servir para la construcción del cromlech?

No voy a demorarme en lo complejo que debió ser ese traslado, a propósito del cual los estudiosos han discutido si se hizo por tierra (empresa extremadamente dificultosa debido a la orografía de la región) o por mar (algunos creen que fue posible la proeza empleando balsas) No siendo un problema menor el cómo lo hicieron, para mí es más estimulante cavilar sobre las razones por las cuales lo hicieron. Y es que si, como se ha dicho, consideraban sagradas esas rocas azules, la pregunta ha de ser por qué las tenían en semejante estima y por qué sólo los constructores de Stonehenge las veían de ese modo. Incluso, dicen, tenían la certeza de que poseían virtudes terapéuticas.
Lo que ya parece admitido por casi todo el mundo es que la disposición de esas gigantescas piedras no fue caprichosa, sino que responde a razones astronómicas. El verdadero problema es ubicar en el tiempo histórico al ingeniero o astrónomo que diseñó esta fábrica. Su identidad es todo un enigma.